Solamente tu y yo

Solamente tu y yo

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Capítulo 7

Nuestros labios se fueron aproximando. Su boca rozó la mía. El corazón me martilleaba el pecho, mi cabeza daba vueltas y en mi estómago miles de mariposas comenzaron a volar a la vez.
Nos besamos suave pero apasionadamente durante un buen rato. Sus labios encajaban perfectamente con los míos, como si mi vida fuera un puzle y el fuera la pieza del rompecabezas que me faltaba.
Había deseado tanto aquel momento desde el instante en el que le vi, y ahora por fin se había cumplido. Nuestras bocas se separaron unos escasos segundos para coger aire, para luego volver a fundirse en uno solo como si fuéramos una sola persona.
Puede sentir como su corazón latía salvajemente mientras sus manos pasaban de estar en mi cara a acariciar tiernamente mi pelo y rozar con las puntas de sus dedos mi espalda.
Miles de recuerdos bombardeaban mi mente. Cientos de noches en las que soñaba que él regresaba y se colaba por mi ventana para abrazarme y decirme que todo iba a estar bien mientras yo me quedaba dormida en sus brazos, sabiendo que a la mañana siguiente, él todavía estaba ahí.
Nuestras manos se entrelazaron, nuestras piernas se cruzaron, podía sentir el latido de su corazón, tan rápido como el mío.
Finalmente nuestros labios se separaron. Sentía como su dulce aliento rozaba mis mejillas. Tenía un agradable olor a bosque que se extendía por toda la casa.
Se tumbó a mi lado y clavó su preciosa mirada en mí. Nos miramos fijamente a los ojos durante un pequeño instante que pareció eterno, sin importarnos todo lo demás. En aquella especie de mundo paralelo en el que estábamos, en nuestra pequeña burbuja, en la que sólo existíamos él y yo. El tiempo no pasaba, los problemas desaparecían con el miedo, la soledad no existía, igual que el odio. El rencor se olvidaba y las penas se curaban.
Nuestros cuerpos apenas se rozaban ya. Me cogió de la mano suavemente, con cuidado para no hacerme daño y entrelazó sus dedos con los míos, acercó su boca a mi oído y me susurró tiernamente.
-Pase lo que pase, no te vayas por favor, te necesito a mi lado, ahora que por fin te tengo no soportaría perderte otra vez. Quiero protegerte, tengo que protegerte. Te quiero Cat… desde el momento en el que te vi, desde que nuestras miradas se cruzaron y nuestras vidas se encontraron…- no pude dejarle terminar la frase, le abracé fuertemente y le besé.
-Yo también te quiero Seth… - dije en un susurro- te he querido desde que me salvaste la vida, siempre he estado esperando este momento, poder estar a tu lado de nuevo… todas las noches pensaba en ti, en que te encontraría, en que volverías a buscarme y me ayudarías a calmar el dolor de mis heridas. Eres la razón de mi existencia, si tu no me hubieras ayudado ahora mismo estaría muerta… -susurré con la cabeza apoyada en su pecho. Me besó tiernamente en la cabeza y me acunó entre sus brazos.
Nos quedamos en silencio, con los dedos todavía entrelazados y con la cabeza apoyada en su pecho y dejé que la oscuridad de la noche me arrastrara hacia un profundo sueño.
En mitad de la noche me desperté para asegurarme de que todavía seguía allí. Nuestras manos aún seguían juntas y cuando mis ojos se acostumbraron a la oscuridad pude distinguir perfectamente la silueta de su cuerpo.
Me pasé un buen rato observándolo antes de quedar dormida otra vez, y poco a poco se me fueron cerrando los ojos.
Sentí como si alguien me cogiera para luego depositarme en un lugar blandito. Entreabrí un poco los ojos pero no conseguí ver nada ni a nadie, así que supuse que fue una impresión mía y seguí durmiendo tranquilamente.
A la mañana siguiente me encontraba sola encima de la cama. No tenía ni idea de cómo había llegado allí durante la noche. Estaba segura de que me había quedado dormida en el suelo al lado de Seth. Pensé que él me había puesto a en la cama para que durmiese más cómoda así que me levanté sigilosamente con la intención de despertarlo de un buen susto.
Para mi sorpresa allí no encontré a nadie, así que supuse que estaría en el baño o preparando el desayuno para las dos.
Aparté las cortinas y abrí un poco la ventana para que el fresco de la mañana inundara la habitación. Más o menos serían las doce del mediodía.
Era otro caluroso día de verano, si no fuera por la sombra y la brisa producida por los árboles del bosque sería insoportable.
Un agradable olor a pino y madera impregnaba todos los rincones de la casa. Me senté encima de la cama a esperar por Seth, pero después de estar una media hora esperando me empecé a preocupar y a poner nerviosa.
Me acerqué al baño, la puerta estaba cerrada, pero no se escuchaba ningún ruido procedente del interior. Llamé a la puerta y grité su nombre por toda la casa. Me dirigí hacia la cocina esperando que estuviera allí esperándome impaciente para darme una sorpresa, pero allí tampoco había nadie.
El silencio inundaba toda la casa, el alegro sonido de los pájaros de los árboles más cercanos apenas se escuchaba y el único sonido que parecía haber en la casa era el agitado ritmo de mi respiración entrecortada.
Asustada me senté en el suelo y apoyé la cabeza entre mis rodillas. Me acordé de todo lo que nos habíamos dicho la noche anterior, las promesas de que nunca nos separaríamos ahora que estábamos juntos, y una lágrima resbaló de mis ojos.
Había sido una estúpida, me había utilizado y yo había caído como una tonta. Me empecé a enfadar conmigo misma, cómo había podido confiar en alguien al que apenas conocía.
Todo había sido una mentira, mis manos se convirtieron en puños y empecé a golpear a golpear el suelo con ellos, estaba furiosa. No sé que había sido los peor, que le creyera o que le quisiera.
Miles de lágrimas caían por mis mejillas empapándome la camiseta y el suelo. Después de un buen rato conseguí tranquilizarme y recuperé la calma, sequé la cara con la manga de la camiseta y me levanté. Tenía que recoger las cosas, e irme igual que él había echo.
Caminando hacia la habitación escuché un golpe seco que parecía provenir de la puerta principal de la casa. El corazón me dio un vuelco, y para de andar a ver si el sonido se volvía repetir. Pocos segundos después el mismo sonido seco se escuchó acompañado de un suave gemido.
Fui corriendo hacia la puerta, agarré el pestillo con manos temblorosas y poco a poco a abrí la puerta.

2 comentarios:

  1. Me encanta:) es de lo mejor ¿cuando subirás el siguiente?
    y si no es mucho pedir pasate por blog haber que opinas ;) http://queriiidodiario.blogspot.com/

    ResponderEliminar
  2. No te pares sigue!!! me encanta!!! es mas la adoro

    ResponderEliminar