Solamente tu y yo

Solamente tu y yo

jueves, 8 de diciembre de 2011

Capítulo 9:

-Espera – suplicó- por favor…
Me di la vuelta y me encontré con sus preciosos ojos plateados, brillaban, todo su cuerpo temblaba y su expresión era la del mismísimo miedo. En aquel momento parecía tan vulnerable que no me pude contener más y me lancé a sus brazos para besarle y abrazarle con tanta ternura y ansias como nunca antes había hecho.
Su cara de sorpresa era casi tanta como su deseo de seguir besándome. Me agarró por la cintura, y poco a poco mientras nos besábamos me metió dentro de la casa y cerró la puerta.
Me apoyó contra la pared y apoyó las palmas de sus manos a los lados de mi cabeza. Me besó el cuelo y me susurró al oído “no me vuelvas a hacer esto otra vez, no te marches nunca”. Le respondí con un simple vale, en aquellos momentos mis labios tenían otro propósito y ponerse a hablar y a discutir no estaba en sus planes.
Sus manos bajaban delicada y sensualmente por mi cintura, mientras yo me aferraba a él y le revolvía el pelo con las manos.
Poco a poco nos fuimos acercando a su habitación, hasta que llegamos y me empujó hacia la cama, colocándose encima de mí.
Mientras sus manos buscaban ansiosamente el botón de mi pantalón y me besaba ferozmente las mías trataban de quitarle la camiseta.
Nos giramos y esta vez me puse yo encima. Mientras él me quitaba con cuidado la camiseta yo le bajaba los pantalones.
Me apoyé en su pecho, era tan cálido… me recordaban los rayos de sol penetrando en mi piel aquel verano hacía ya muchos años en Florida.
Me estiré a su lado y se volvió a poner encima de mí. Sus besos fueron descendiendo desde mi boca hasta mi oreja recorriendo toda mi mandíbula y haciéndome estremecer. De ahí bajaron por mi garganta hasta la clavícula y siguieron descendiendo…
Me desperté horas más tarde con el presentimiento de que alguien me observaba. Intenté dormir un poco más pero no lo conseguía así que decidí abrir los ojos y desperezarme.
Estaba acurrucada en su pecho, me observaba atentamente, posiblemente lo llevaba haciendo desde hacía un buen rato. Pensar en eso me hizo ruborizar y tapé mi cara con las sábanas.
-Buenos días cariño- susurró mientras apartaba las sábanas de mi cara- no te escondas me encanta cuando te ruborizas- y me lanzó una de esas miradas que quitan el aliento.
-Buenos días- respondí todavía más ruborizada que antes. Apoyé la cabeza en su pecho mientras bostezaba.
Me besó la frente y posó su mano en mi espalda. Por más que lo intetara tenía tanto sueño que poco a poco se me fueron cerrando los ojos.
-Duerme todo lo que quieras perezosa- dijo mientras me apartaba un mechón de pelo de la cara y lo ponía detrás de mi oreja.-Te quiero.
Con una sonrisilla en los labios me dormí con esas palabras y soñé con ellas tanto tiempo como fui capaz de dormir.