Solamente tu y yo

Solamente tu y yo

domingo, 18 de septiembre de 2011

Capítulo 1

Sus ojos se encontraban a la altura de los míos, su intenso color gris plata me recordaba al frío acero. Profundos escalofríos recorrían todo mi cuerpo. Sus deliciosos labios estaban a escasos centímetros de los míos. Pude sentir con la distancia disminuía entre él y yo hasta el punto en el que el sonido de nuestros corazones se fundía formando uno solo. Cuando su boca consiguió rozar la mía una espesa oscuridad nos envolvió y comencé a sentir vértigo, tenía la sensación de que estaba cayendo por un profundo túnel que no parecía acabar nunca, nunca…
Otra vez acababa de tener el mismo sueño. Aquel recuerdo me llevaba persiguiendo desde la muerte de mis padres, despertándome a las seis de la mañana para luego no poder conciliar el sueño.
Eta tal real, lo sentía tan cercano a mí… pero simplemente es un sueño, un sueño que me lleva persiguiendo desde aquel día, el día en el que todo empezó, el día en el que nuestras miradas se cruzaron por primera vez, y nuestros labios casi se fundieron en uno solo, pero yo todavía no sabía las consecuencias que me traería, ni siquiera sabía si aquel extraño paraíso fue real o no. Tal vez me lo había imaginado todo, puede que  todo aquello fuera fruto de mi subconsciente, debido al fuerte golpe que me había llevado cuando chocó el coche contra aquel ser con aspecto de lobo gigante que había salido de las profundidades del bosque.
Desde entonces cada cinco días antes de mi cumpleaños el mismo sueño se vuelve a repetir una y otra vez durante varios días.
Como los últimos cinco días por más que intento volver a dormir no lo consigo, así que me rindo y enciendo la tele. Después de hacer zapping y no encontrar nada interesante dejo en el canal de las noticias.
Cuando estaban a punto de pronosticar el tiempo que nos acompañaría todo el día, avisan de una nueva noticia. En la pantalla aparece la vasta imagen de un pequeño pueblo, situado a unos 100 quilómetros al sur del mío.
En la imagen se podía como aquel pequeño y pacífico pueblo había quedado destruido por completo en tan solo unas pocas horas.
Miles de muertos se apelotonaban en grandes montones que se esparcían por toda la ciudad. Dando la macabra impresión de estar a las puertas del mismísimo infierno.
Varios testigos que habían conseguido escapar de la catástrofe afirman que el ataque había sido producido por una manada de bestias salvajes salidas del medio del bosque con aspecto de enormes lobos, pero todavía más grandes y más feroces.
La gente de los alrededores estaba asustada pues nunca había pasado nada parecido en aquel tranquilo pueblo, y mucho menos una catástrofe como aquella.
Unos segundos más tardes de haber podido apreciar bien la imagen se fue la luz. En aquellos momentos entró mi hermana mayor Niki con una pequeña tarta en las manos que tenía una enorme vela en el centro con la forma del número 16.
En aquel estado de preocupación y confusión lo último que me apetecía era aquello. Los últimos días había estado tan cansado por culpa del sueño que se me había olvidado que hoy era mi cumpleaños.
Por desgracia mi hermana se dio cuenta y después de insistir mucho acabé contándole la noticia. Menos mal que mi hermana es muy despreocupada y me ayudó a tranquilizarme y relajarme.
Pero tan pronto como ella se marchó a trabajar, cuando me quedé sola en casa las dudas y el miedo regresaron.
Odiaba mentirle, pero era lo mejor. Lo que ella no sabía, lo que nadie sabe es que, cuando mis padres murieron en aquel trágico accidente del que yo salí con vida, no fue gracias a la suerte. Un chaval un poco más mayor que yo había salido del bosque donde mis padres se habían estrellado con el coche y me había ayudado a salir de él. Fuera del coche, ya a salvo le di las gracias.
Nuestras miradas se encontraron y se fundieron en una sola, poco a poco sus labios se fueron acercando a los míos, pero cuando apenas se rozaban, las luces y el sonido de los coches de la policía nos sacó de nuestra pequeña burbuja, en la que apenas unos segundos antes el único ruido que interrumpía el latir de nuestros corazones era nuestra respiración.
Cuando me di cuenta el ya no estaba allí, y me encontraba rodeada de médicos que no paraban de hacer preguntas. No volví a ver a aquel chico de extraños ojos grises, recuerdo que me había dicho su nombre, pero no me acuerdo como era. Cinco días después de la muerte de mis padres, hace dos años, fue mi cumpleaños. Iba a cumplir catorce y todo parecía normal.
El día había transcurrido, como los últimos cinco días. Me sentía sola, no tenía ganas de nada, no quería estar con nadie. Tenía los ojos rojos y me dolían de tanto llorar, sabía que no podía lamentar lo ocurrido toda la vida, pero no me sentía capaz de pasar página y salir con mis amigos.
Necesitaba distraerme así que encendí y en la pantalla apareció una imagen muy semejante a la de hoy, igual de aterradora, e igual que había ocurrido hoy, se fue la luz. Las causas de esta catástrofe eran las mismas, una manada de grandes lobos, pero esta vez el pueblo atacado se encontraba bastante más lejos.
La misma historia se había repetido en mi decimoquinto cumpleaños, pero en esta ocasión ocurrió en un pueblo más cercano.
Pensé que eran simples coincidencias, pero me estaba empezando a asustar y esta vez el pueblo se encontraba a escasos quilómetros.
No sabía lo que hacía, no sabía si todo aquello era real, pero una vocecilla en mi interior que había estado ahí desde la muerte de mis padres, intentaba abrirse pasa entre el muro de pensamientos que la habían mantenido al margen y ocultado de mi cabeza haciéndome olvidarme de ella.
Me decía que huyera, me gritaba que estaba en peligro, me aullaba que me escondiera, pero nunca le hice caso, no quería hacerlo.
Tenía la sensación de que aquellos lobos iban a por mí, no sabía cómo, ni por qué, pero no quería que le sucediese nada a mi hermana, no lo soportaría, ella es la persona que más me importa.
No lo dudé ni un segundo más, cogí todo lo necesario para sobrevivir y lo metí en una mochila. No podía perder más tiempo, ya estaban muy cerca y tenía que intentar alejarme todo lo posible para poder proteger a la gente que me importaba.
Las lágrimas comenzaban a apelotonarse en mis ojos y a resbalar por mis mejillas, no quería hacerlo, pero no podía echarme para atrás, y retrasar esto será engañarme a mi misma y poner en peligro la vida de los demás.
Decidí dejarle una nota a mi hermana donde la ponía cuanto la quería y le suplicaba que no me buscase, que iba a estar bien. Con las manos temblando dejo la nota en la cocina a la vista y me marcho sin mirar atrás.
Tal vez aquella fuera la última vez que estuviera allí, pero eso ahora no importaba.
Cogí el viejo camino que conectaba mi casa con el gran bosque de al lado, y me sumergí en la oscuridad del bosque.
Después de horas caminando me entró hambre así que me senté en un pequeño claro a comer algo y a descansar. Cuando acabé volví a reanudar la marcha, y seguí caminando sin rumbo fijo con la esperanza de alejarme todo lo posible de mi casa.
Estuve caminando hasta el anochecer. Cuando se hizo bastante tarde decidí recoger algo de leña para hacer una hoguera y buscar un buen sitio para pasar la noche.
Después de cenar algo y preparar todo, me tumbo en un pequeño claro lleno de verde hierba. A pesar de estar en pleno verano hace algo de fresco así que cogí una chaqueta y me volví a acostar. Minutos más tarde caí en un profundo sueño.