Solamente tu y yo

Solamente tu y yo

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Capítulo 6

Y así estuvimos toda la tarde. Yo le hacía preguntas mientras él las respondía, siempre de forma agradable y sin tomarse nada a mal, aunque muchas veces se paraba a pensar mucho las cosas antes de responderme. Descubrí que tenía lagunas, sobre todo en lo que se refiere a su pasado, cuando era un niño pequeño.
Empezaba a caerme realmente bien, puede que incluso me gustase. Descubrí que teníamos muchas cosas en común, ya que a los dos nos encantaba el bosque y los lobos.
Parecía saber mucho sobre lobos y cuando hablaba sobre ellos un pequeño brillo de orgullo y alegría aparecía en sus ojos.
Parecía feliz, seguro y de vez en cuando me iba contando pequeñas historias que sus padres le contaron acerca de hombres lobo cuando era pequeño. Estaba tan metido en aquellas historias que cualquiera diría que el mismo las había vivido.
Me contó que su madre había muerto cuando él tenía cinco años. Después de aquello su padre se mudó a una pequeña ciudad al lado del bosque de Wisconsin. Pero hace dos años su padre había fallecido en un trágico accidente, pues había sido brutalmente atropellado por un coche.
Con la ayuda del mejor amigo de su padre consiguió esta casa, en la que vive desde la muerte de su padre.
De vez en cuando el amigo de su padre viene para ver como está y saber si necesita algo, y se queda unos días pero luego regresa a la ciudad con su familia.
Cuando me contó lo de su padre me recordó lo que le había sucedido a los míos, que también habían muerto hace dos años, pero a diferencia de su padre, los míos murieron cuando chocaron contra algo que salió de la oscuridad del bosque. Y una vez más volví a agradecerle que hubiera estado allí en aquel preciso momento y salvarme la vida.
Cuando anocheció regresamos a casa para cenar y dormir, pero de camino a la habitación me pareció ver como por unos segundos Seth se mareaba y volvía a recuperar la compostura enseguida.
El aullido de los lobos comenzó a sonar, miré el cielo había luna llena y la noche estaba tan despejada que se podían apreciar claramente todas las estrellas del cielo.
No sabía muy bien si le había pasado algo o si habían sido solo imaginaciones mías pero como no volví a hacerlo otra vez y no dijo nada lo dejé pasar.
En el suelo de la habitación había una especie de cama improvisada con cojines y mantas. Cuando disponía a meterse en aquella especie de saco se lo impedí y le dije que durmiera él en la cama, ya que la casa era suya y yo no quería molestar.
A pesar de lo mucho que insistí no conseguí hacerle cambiar de idea y tirándome uno de los mucho cojines que tenía allí apelotonados a su alrededor a la cabeza me obligó a dormir en su cama.
Pero aquello no había acabado allí, me había tirado un cojín a la cabeza sin previo aviso, aquello era la guerra y tenía pensado ganarla. Me metí sin decir ni mu en la cama y cogí la gran almohada sin que se diera cuenta.
Calculé más o menos la distancia que había y apagué la luz de la habitación. La luz de la luna que se colaba por los huecos de las cortinas iluminaba la habitación y me permitía distinguir claramente las siluetas de las cosas.
Esperé un buen rato con la intención de pillarle completamente desprevenido. Cuando llegó el momento me acerqué sigilosamente a él arrastrándome por la cama hasta los pies de ésta, donde estaba Seth.
Con todas mis fuerzas apunté directamente a su cabeza. Sin saber cómo en milésimas de segundo consiguió esquivar la almohada y lanzar otro de los cojines en mi dirección.
Conseguí moverme un poco y solo me rozó el brazo, sin llegar a hacerlo demasiado fuerte.
-Así que me declaras la guerra, muajajaja!- exclamó -¡Pienso ganar yo!- dijo muy animado esbozando una gran sonrisa.
-Tú me la has declarado primero lanzándome el cojín- dije divertida mientras le apuntaba con la almohada- y seré yo quien gane, te lamentarás de haberme lanzado el cojín a la cabeza! Jajajajaja…
-Pues muy bien, que empiece la guerra!
-Y que gané el mejor- respondí
Cogí mi supermega almohada y volví a apuntar otra vez a su cabeza. Aproveché el momento en el que él estaba buscando otro cojín para dispararme y ataqué.
No pude contener la risa cuando miré los pelos que le quedaron después de recibir mi gran golpe de almohada en toda la cara. Su liso pelo dio paso a una alborotada masa de pelo negro. Seth aprovechando que la distraída ahora era yo contraatacó lanzándome otro cojín y alborotando también mi pelo.
Ahora era él el que se reía sin parar. Era la oportunidad perfecta así que no lo dudé. Aprovechando que estaba tirado en el suelo riéndose me abalancé sobre él y me senté encima para que no pudiera escapar y se rindiera. Comencé a golpearle suavemente con la almohada ya que no quería hacerle daño.
Justo cuando me disponía a darle un buen golpe con la almohada me cogió de los brazos lo que hizo que todo mi pecho cayera justamente encima del suyo y nuestras cabezas quedaron una enfrente de la otra, a escasos centímetros.
Había estado tan entretenida que no me había dado cuenta de que estaba encima suya hasta aquel instante en el que me encontraba sumergida en su mirada.
En aquellos momentos deseaba besarle, mi corazón iba a mil por hora, sin embargo no me atreví a hacerlo. No tuve el valor necesario para besarle por miedo a que me rechazara. Tampoco me moví del sitio, tenía miedo de que cualquier movimiento provocara que aquel mágico momento se acabara.
Poco a poco la distancia que nos separaba se fue acortando. Un golpe secó en la espalda me sacó de mi pequeña burbuja de fantasía. Seth había aprovechado aquel momento para darme con el cojín y con un rápido movimiento se deshizo de mí tumbándome en el suelo a su lado y colocando a mí debajo de su cuerpo.

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