Solamente tu y yo

Solamente tu y yo

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Capítulo 5

Cuando salí del baño el sabroso olor de la comida inundaba todo el pasillo. Al fin me sentía fresca, cómoda. A pesar de que la ropa no era de mi talla y de que era de hombre, agradecí poder vestir ropa limpia y cómoda.
Echaba de menos mis viejos vaqueros raídos que tanto usaba y mis gastadas zapatillas. Pero tenía que conformarme con lo que tenía, sobre todo con en la situación en la que me hallaba, ya que no podía regresar a casa.
Una de las puertas estaba abierta, de allí parecía provenir el delicioso olor, así que me dirigí a aquella habitación.
Una redonda mesa se hallaba justo en el centro de la estancia, que parecía ser una pequeña pero acogedora cocina. Poseía cuatro sillas dispuestas alrededor de la mesa que parecían haber sido hechas a mano.
En frente de dos de las sillas había dos grandes platos llenos de comida que tenían muy buena pinta.
Sin pensarlo dos veces me senté en una de las sillas y comencé a devorar la comida. Tenía tanta hambre que no me había dado cuenta de que Seth estaba en la cocina y ni siquiera me enteré cuando se sentó a mi lado.
-¡Vaya si que tienes hambre!- exclamó con la amplia sonrisa que tanto me gustaba- ¡Qué aproveche glotona!- me hizo gracia la energía con la que me había dicho esas palabras. Nadie hubiera imaginado que aquel chico era tan simpático después de lo que había pasado la noche anterior- Cuidado no te atragantes que no se primeros auxilios, aunque estaría encantado de hacerte el boca a boca- aquellas palabras me sorprendieron tanto que hicieron que me atragantara y no pudiera respirar de la gran carcajada que me produjo.
Menos mal que Seth me acercó un gran vaso de agua y pude volver a respirar. Después de aquello empecé a comer más despacio, mientras pensaba y organizaba todas las preguntas que quería hacerle.
-¿¡Qué!?- pregunté chillando, para asegurarme si había entendido bien lo que me había dicho. -¿Perdón que dijiste?- volví a decir un poco más relajada.
Apartó sus plateados ojos de los míos, parecía un poco avergonzado
Cuando acabamos de comer le ayudé a recoger los platos y a limpiarlos. Tenía que agradecerle de alguna forma todo lo que había hecho por mí. Me estaba cuidando y dando un lugar donde vivir y a pesar de lo que pasó ayer por la noche me había salvado de la muerte en dos ocasiones.
Al acabar de preparar todo nos dirigimos hacia la puerta de entrada y salimos al exterior. No había dicho nada después de lo que había dicho, me había limitado a ayudarle y a seguirle a todas partes. Parecía que aquel silencio no le importaba, así que no quise romperlo.
Nos sentamos en un pequeño banco de madera  que había en el espacioso porche de la parte de atrás de la casa. Estaba rodeada de verde hierba recién cortada que acababa unos pasos más adelante para dar paso a la inmensidad del bosque que se alzaba ante nosotros.
Aquella belleza era tan increíble como el guapo chico que estaba a mi lado, nunca había visto algo tan bonito, me dejaba sin palabras y la proximidad entre Seth y yo no facilitaba las cosas, pero decidí que era el momento de preguntar, ahora que todo se había calmado y no teníamos nada que hacer.
Quería saberlo todo sobre aquel chico, pero no quería que aquello se convirtiese en una especie de interrogatorio policial, así que intenté ser amable y que mis preguntas no lo parecieran. Empecé por lo primero que se me ocurrió y dejé que la conversación transcurriera.
-Así… Así, que esta es tu casa, ¿no?- comencé todavía intimidada por su presencia y aún más por su intensa mirada de plata líquida. Aún permanecía un poco del miedo pasado la noche anterior en mi cuerpo, pero tenía que confiar en él, me había prometido que no me quería hacer daño, y no tenía intención de echarme para atrás.-Es muy bonita.
-Gracias, pues sí esta es mi casa, aquí es donde vivo, escondido en medio del bosque de la ruidosa ciudad
-¿No te gusta la ciudad? A mí me encanta el bosque, pero no sería capaz de vivir aquí en medio, es muy peligroso, hay muchos lobos.- me pareció haber atisbado una tímida sonrisa en sus labios cuando dije lo de los lobos ¿Y no vas a nada a la ciudad? Porque aquí estás muy solo.
- La verdad es que sí, estoy bastante solo, pero la ciudad es un sitio muy peligroso para alguien como yo que necesita refugiarse en el bosque. Pero no estoy tan solo, y solo voy a la ciudad cuando es necesario. Además mis compañeros de manada vienen por aquí todos los meses…-espera, ma… ¿manada? ¿Acaba de decir manada? No, no podía ser, seguro que fueron imaginaciones mías…
La imagen de la oscura silueta de un lobo escondido detrás de un matorral cruzó mi mente, no, no podía ser pero estaba segura que había oído eso, o al menos me lo había parecido.
-¿Estás bien?- Preguntó Seth al ver que no reaccionaba. Poco a poco la sangre fue huyendo de mi cara -¿Qué pasó?- Se impacientó Seth -¿He dicho algo malo?
Poco a poco fui recuperando la compostura, pude notar como la sangre volvía a mi cara, me estaba poniendo de los nervios, pero tenía que tranquilizarme, lo que en aquellos momentos rondaba por mi cabeza no podía ser, no era posible… pero ¿y si sí lo era? No, no podía aquello era imposible. La razón no quería creerlo, se resistía a pensar en eso, pero algo en mi interior me decía que tenía que tener cuidado.
Me resistí a creer a mi intuición y le hice caso a la razón, apartando todos aquellos pensamientos de mi mente.
-No, no pasó nada. Es sólo que…- sacudí la cabeza con energía intentando olvidar y alejar los pensamientos que cada vez eran más y más intensos que antes.- es que…- volví a repetir, pero las palabras no salían de mis labios.
-¿Qué?- peguntó con impaciencia y nerviosismo
-¿Acabas de decir manada?- pregunté con intriga y miedo. Quería que me respondiera, pero a la vez no quería saber su respuesta. Esperé temerosa de cuál sería su reacción, pero su respuesta me asustaba todavía más.
Se tomó su tiempo para responder y después de meditar unos minutos lo que iba decir, tomó una gran bocanada de aire y comenzó a hablar.
-S… Sí… Sí, he dicho manada- comenzó a decir.- Es que… verás, a… a mis amigos y a mí, bueno… se que puede sonar un poco friki… pero, verás… em… como nos gustan muchos los lobos y el bosque, pues… em… a nuestro pequeño grupo lo definimos como una pequeña manada, en la que todos estamos unidos…- Me sentí como una estúpida, me había puesto como una histérica por una chorrada que no tenía importancia. En que estaría yo pensando… Su respuesta no fue muy segura igual que su forma de hablar pero le creí porque supuse que se había puesto nervioso y las palabras no le salían, además, qué iba a ser sino.
-Am… Vale… -respondí no muy convencida, y con el objetivo de seguir averiguando cosas sobre él.
-¿Qué más quieres saber?- preguntó esbozando su increíble sonrisa. Aún no sabía cuando empecé a adorar aquella sonrisa.

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